¿Es verdad que Dios existe o solamente guarda silencio? ¿La verdad está en las palabras que decimos o en las que callamos? Cuando estamos tocando fondo ¿es mejor cambiar o aferrarnos a nuestras creencias?
Adaptada del libro homónimo de Shusaku Endo; la cinta dirigida por Martin Scorsese nos muestra un retrato de Japón en el siglo XVII. A través del viaje que emprenden los padres jesuitas, Sebastião Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garupe (Adam Driver) quienes son enviados al extremo oriente en búsqueda del padre Ferreira (Liam Neeson) quien alguna vez fue su maestro y ejemplo a seguir. Los jóvenes padres jesuitas se enteran de que el padre Ferreira ha apostatado (renunciado a la fe cristiana) y adoptado la cultura japonesa. Los jóvenes jesuitas deberán ir a Japón para averiguar cuál fue su destino.
En su llegada a Japón, Rodrigues y Garupe se encuentran con una extrema persecución religiosa, que los obliga a esconderse de los inquisidores japoneses que obligan a los presuntos cristianos a pisotear sus imágenes religiosas o ser torturados/ejecutados. Capturado, el padre Rodrigues, es obligado a observar la inhumana tortura a la que los creyentes son sometidos y amenazado que si no apostata la tortura a los fieles continuará. Rodrigues reza, pero dios siempre guarda silencio, tanto que comienza a cuestionarse sobre su misma existencia, “¿Dios me ignora o sufre en silencio a mi lado?” Será en este terreno de dolor y duda donde el joven jesuita tendrá que decidir entre renunciar a su fe para salvar a los otros creyentes de la tortura o mantenerse inquebrantable y no hacer nada por el sufrimiento de los demás.
El nuevo film de Scorsese nos presenta distintos conflictos, en primer lugar tenemos el conflicto interno del padre Rodrigues entre sacrificar su fe para el bienestar de los demás o mantenerla estoicamente pese a toda la adversidad como siempre le inculcaron que debía de ser. En segundo lugar está el conflicto entre el Estado y las creencias de su pueblo, donde el primero intenta someter completamente al segundo. El Estado no tiene escrúpulos de ningún tipo para controlar las ideologías a través de la tortura y el dolor físico. Mostrando también que todos los humanos tenemos un límite en el dolor que podemos soportar, pero aún así muchos están dispuestos a morir por sus creencias.
A través de una dirección de fotografía en la que dominan los ambientes neblinosos y fríos, Scorsese y el fotógrafo mexicano Rodrigo Prieto nos sitúan dentro de la confusión del protagonista utilizando los diferentes elementos visuales para metaforizar el mundo interior del protagonista. Así esta niebla y este frío nos sitúan en la confusión e incertidumbre del personaje ante su propio dolor y el silencio divino.
Como en las mejores obras artísticas, en “Silencio” no hay un significado evidente y único para todos los espectadores. Los espectadores construyen al mirar cada película una interpretación propia de los conflictos planteados en ellas. “Silencio” nos hace cuestionarnos sobre el peso de nuestras creencias, ¿qué tanto vale la pena aferrarse a los sueños cuando todo es adverso? ¿Debemos luchar contra corriente o es mejor dejarnos arrastrar por ella? ¿Podemos mantener la fe a pesar de todas las circunstancias adversas? ¿No es más sano cambiar de opinión o al menos aparentar cambiar de opinión cuando todo el mundo está en tu contra?
Martin Scorsese ha sido a todo lo largo de su carrera un maestro en plantear diversos problemas de la humanidad; la lucha y la renuncia, la bondad y la crueldad, el sacrificio y el egoísmo. Todas sus películas son tratados sobre la naturaleza humana y “Silencio” no se queda atrás.
Mateo Granillo
Artículos recientes por Mateo Granillo (see all)
- Scorsese y el silencio divino - 08/05/2017
Deja un comentario