Nothing belongs to me
And then I think blue
It’s a blinding
blinding blinding state
Whispering through my window
I’m pretty sure I can hear your voice
It makes me feel strange
I think I’m going insane
¿En qué momento una oración se convierte en verso y el verso en sonido? Describimos el mundo a través de metáforas y por ello existe el arte. ¿Qué cantamos cuando hablar no es suficiente? Intentamos explicar la música porque modifica y conmueve esa realidad. ¿A dónde van las palabras cuando se convierten en murmullo y devienen melodía? El sonido del presente se hace tiempo pasado. ¿Cómo pasamos a través de él? S mple Th ngs abre preguntas, muestra los vacíos por donde se juega nuestra propia existencia. La única premisa de este proyecto radica en crear música sin saber, o premeditar, las coordenadas del final. S mple Th ngs es un proyecto realizado entre Lukasz Polowczyk y Graciela María. Él es artista y poeta, nació en Sosnowiec, Polonia, pero creció en Brooklyn, y vive en Berlín desde hace diez años haciendo música con diversos proyectos; ella es cantante y compositora, nacida en Ensenada, Baja California, pero crecida en Campeche; vive en Berlín desde hace siete años, donde realizó sus primeros dos álbumes como solista. El álbum cuenta además con ilustraciones de Maki Shimizu. La música fue editada por Colectivo Futuro que lanzó una serie de 50 cassettes que se pueden comprar en su portal por 7 euros.
Idalia Sautto: ¿Cómo fue que comenzó S mple Th ngs?
Lukasz Polowczyk: La primera vez que hablamos de este proyecto, dijimos: “vamos a olvidarnos de la industria de la música, del marketing, de las grabaciones. Hay que regresar a lo fundamental, al alma de la música, y celebrar la música en el momento”. Todo el desmadre alrededor contamina la música y no la disfrutas, a veces piensas en la industria musical y piensas que es como trabajar en un banco; la música no se trata de eso.
Graciela María: La idea surgió de reunirse a crear música una vez a la semana en el estudio sin la presión de saber qué resultado tendrían estas grabaciones. Abrir las ventanas, dejar a un lado las formas tradicionales de grabar música y sólo festejar las reuniones con vino tinto y comida, pintura y grabaciones de voz, guitarra y sonidos del ambiente. Y aunque cada músico involucrado tiene proyectos personales distintos y la gran mayoría están grabados bajo los estándares de la industria musical, S mple Th ngs constituyó un paréntesis en la vida de cada uno; el set es una apuesta por crear música sin que nadie marque una pauta comercial. Mostrar que improvisar y hacer música, como se venía haciendo desde hace años, todavía es posible.
IS: S mple Th ngs tiene diversas capas que se van descifrando cada que se vuelve a escuchar. ¿Cómo ha sido para ustedes volver a escuchar el set? ¿Qué encuentran en Smple Th ngs que antes no habían tomado en cuenta?
GM: Al principio se trató únicamente de vivir la experiencia. La premisa de S mple Th ngs era ser real, fuera de los cortes y las ediciones. S mple Th ngs está configurado como un solo take. Sin edición. Un set que no se comprende en fragmentos. Es el alma en sí. Y ahora creo que, en el fondo, es poder escuchar la música en su forma más orgánica, sin excluir los sonidos que invadieron el estudio en el momento de grabar, siendo la antítesis de todo lo que se debe crear en un estudio.
Este set está completamente abierto y de alguna manera coloca a las personas en un estado presente. Te recuerda durante treinta minutos que somos contingentes. La condición humana es saber que hay un fin y que hacemos sentido de esa única verdad.
IS: Al escuchar el set siento que es el tipo de música que genera su propio discurso. Las letras de S mple Th ngs me remiten a conceptos filosóficos, en el sentido de que interrogan el momento presente. ¿Cómo fue el proceso de escritura?
GM: No hubo un proceso de escritura, todo vino junto: improvisación de música y de escritura. No se escribió nada antes. “Arturo”, por ejemplo, nace como la respuesta inmediata e inconsciente de un correo electrónico que recibí. Estaba afuera del estudio tomando un vino cuando recibí un correo de mi padre. Luego entré al estudio y comencé a cantar. Ahora entiendo que fue una especie de respuesta a ese correo que había leído minutos antes. Al volver a escuchar las letras y cómo se intercalan las voces, descubro nuevos significados que no había encontrado en ese primer momento. También la improvisación dejó entrar texturas, palabras y sonidos que no tuve presentes al momento de cantar. Como si el set escondiera ciertos mensajes que no sabíamos que íbamos a tener. El producto es el proceso.
IS: ¿Cómo llegaron a este título? ¿Y en dónde quedaron las íes de S mple Th ngs? Me queda la impresión de que el proyecto se configurara a través de los espacios vacíos.
LP: Es una vieja obsesión grafitera ésa de quitar letras. Las S mple Th ngs no son perfectas. Pero puedes ver imperfección y belleza. La música que escuchamos es imperfecta, el crash, las máquinas rotas, la música analógica, incluso el punk, como regresar a la grabación con apenas lo básico. Es la imperfección lo que la hace especial.
IS: Es paradójico que S mple Th ngs nazca desde la resistencia de cómo se hace y graba música, pero al final decide asomarse en estas plataformas. ¿Qué camino está siguiendo?
LP: Al inicio de este proceso tuvimos en cuenta en dónde no queríamos estar, como Youtube o Facebook. Y fue una buena idea grabar cincuenta casettes para personas que en serio les interesase escucharlo de principio a fin. Estoy en un momento en el que me pregunto a dónde está yendo la música. Sé que se están haciendo cosas hermosas. No quiero decir que un movimiento de masa es una cosa buena, porque también homóloga a las personas, la individualidad se pierde ahí. Quizá fue en los noventas el último respiro, con el hip hop o el fin del grunge, en donde se sentía que la música estaba creando el mundo fuera de toda la mierda de las corporaciones. Pero ahora la música está creando el mundo dentro de las corporaciones porque hoy en día el individuo puede ser una corporación. Aprendemos a usar estas herramientas para hacer el marketing. Y lo hacemos todo el tiempo. Sabemos qué es lo que debe ponerse para que se vea mejor.
Recuerdo cuando en la escuela de arte te decían lo difícil que sería la vida como artista, en general porque nadie quiere comprender lo que haces, menos si es complicado, pero ese era también el precio de hacer cosas que sientes y que no todos van a valorar. Pero ahora las escuelas de arte te dicen cómo venderte y en qué revistas deben salir las reseñas de tu obra. Ahora ya nadie está colocando los signos de interrogación en el sistema, no hay tampoco una escapatoria. Antes había una alternativa, en los ochentas tenías una especie de socialismo, había punk, movimientos fuera del sistema, pero ahora sólo tienes capitalismo, a veces más o menos agresivo, pero sigue siendo capitalismo.
IS: La música como expresión artística no escapa a las rendijas de producción en masa; quizá a lo que sí escapa es a la descripción: hay partes del set que no se dejan etiquetar, no es un set predecible, a veces es deep y cuando piensas que vas a tomar aire de nuevo vuelve a jalar hacia el fondo. Hay diversas capas y texturas que generan una atmósfera en donde los diálogos arrojan diversos significados. Reflexiones que se convierten en metáforas sobre la vida y la muerte, sobre los fantasmas con los que dialogamos, los recuerdos que nos hablan de un tiempo que no se puede medir. ¿Cómo describes este set ahora que es un producto terminado?
GM: La música es para transmitir sentimientos, para amarrar un par de recuerdos de tu presente a una u otra canción. Recordamos a través de sonidos. Si es alegre o es triste, no lo sé, es bastante subjetivo. En principio no había un diálogo con Lukasz. Escucho “Haunted” y parece que es una conversación, pero no lo es, fue también parte de la improvisación. A la industria musical no le gusta que un álbum sea en todos los niveles “blue” o “down” o “depressive”. De inmediato vienen las etiquetas; es música ambiental o música para relajarte al final de una clase de yoga. ¿Por qué? Parece que seguimos pagando el síndrome de Gloomy Sunday desde hace más de un siglo. A los estadounidenses no les gusta que la música sea “triste”, por esta razón le metieron a Billie Holiday el epílogo “dreaming I was only dreaming”. La versión original de Rezső Seress no tiene el final feliz de que ese domingo fue sólo un sueño. Lo mismo sucede con S mple Th ngs, no buscamos el final feliz, tampoco buscamos manipular la improvisación, es honesto de principio a fin y quien se detenga a escucharlo lo podrá notar. S mple Th ngs es un recordatorio de lo que somos. De que todavía existen rituales para escuchar y crear música.
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S mple Th ngs según ellos mismos.
Lukasz Polowczyk. Tiene casi 41 años.
Siempre ha estado rodeado de música.
Aún recuerda a su abuela cantando canciones militares.
Como una mujer que dice adiós a su hombre, que se va a la guerra.
Eso lo conmovió mucho en su niñez.
Nada de lo que posees es sólo tuyo, es también para compartirlo.
Graciela María. Tiene casi 32.
Siempre ha estado rodeada de música.
Cantaba a María Conesa antes de enterarse de que eso era cantar.
Recuerda cómo su hermana mayor le cantaba antes de dormir.
La voz de la gente te dice todo sobre ellos.
Puedes saber si dicen la verdad o si están tristes o si son amables o si son mediums.
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