Nicanor Parra nació el mismo año que Octavio Paz, Julio Cortázar, José Revueltas y Adolfo Bioy Casares. De todos ellos, es el único que llegó a ver los tres dígitos en su pastel.
Este físico, matemático y poeta nació en San Fabián de Alico, en la región central de Chile y desde pequeño tuvo gran influencia del arte popular. Su padre fue músico y maestro, mientras que su madre se desempeñó como modista y era apasionada del folklore (rasgo que le dejó en herencia a su hija Violeta).
En 1932, gracias a una beca, partió a Santiago para estudiar en el Internado Nacional Barros Arana, donde conoció a Jorge Millas y Luis Oyarzún, poetas con quienes desarrolló el interés por la poesía e hizo sus primeras incursiones en creación literaria.
En 1954 publicó su segundo libro Poemas y Antipoemas, con el que colocó su sello personal en la literatura latinoamericana. El desparpajo, el humor y la ironía de las ciudades chilenas donde había ido, de la gente con la que convivía diario, quedaron plasmados en su obra. Buscaba llegar “al alcance del grueso público” con sus poemas. Por ello, creó la antipoesía.
Tras ese despunte, siguieron otros libros, como el Cancionero sin Nombre, Poemas para Combatir la Calvicie, El Anti-Lázaro y Páginas en Blanco, que le granjearon un lugar como figura destacada dentro de las Letras, así como el Premio Reina Sofía en 2001 y el Cervantes en 2011. Y si bien el Nobel no llegó, este antipoeta se conforma (tal y como ha hecho siempre, en respuesta a su enemistad con Pablo Neruda) con alcanzar a ser “el mejor de Isla Negra”.
Aquí, cinco poemas de Nicanor Parra, en su voz.
Advertencia al Lector
Autorretrato
El hombre imaginario
La Víbora
Es olvido
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