La historia del Golpe a Excelsior
La construcción histórica de México es inconcebible sin los medios de comunicación. En las televisoras, radiodifusoras y redacciones—tanto impresas como en línea—se ha moldeado la noción del país y su relación con el mundo; se han convertido en la ventana para adentrarse en la vida nacional y concebir la realidad inmediata. Son ellos quienes deciden qué es noticia y cargan con la responsabilidad de informar al público de su realidad inmediata.
Sin embargo, los medios en México no siempre realizan su labor de forma responsable. Basta remontarnos a la cobertura de #YoSoy132 en 2012, del levantamiento zapatista en 1994 o prender la tele cualquier día. Cuesta creer que el periodismo no siempre fue así. Hasta 1976, Excélsior, dirigido por Julio Scherer García, destacaba por su desempeño y las fuertes y precisas críticas al gobierno del entonces presidente, Luis Echeverría.
Los Periodistas de Vicente Leñero
Dentro de los periodistas de la redacción se encontraban Miguel Ángel Granados Chapa y Vicente Leñero. Éste último escribió en 1978 Los periodistas, libro donde narra todo lo que ocurrió días antes y después del 8 de julio de 1976, día del “golpe al Excélsior”. En esta crónica, Leñero ahonda sobre lo que ocurrió con las cooperativas internas de la publicación y, en especial con Regino Díaz Redondo, quien desbancó a Scherer y permaneció en su puesto durante 24 años.
“Al abandonar el edificio de Excélsior, en Reforma 18, me sentí perro sin dueño. Sin saber qué hacer con mi cuerpo, no había más mundo que el mundo interior. Algo me decía que mi comportamiento en la asamblea que nos había puesto en la calle había sido propio de un cobarde, pero algo me decía que no, que en el momento extremo me había acompañado la lucidez, tocado el periódico de muerte”, escribió Leñero en el libro. Y es que, tal y como él explica en el texto, la impotencia que sintieron tanto Julio Scherer como quienes lo acompañaban fue tan grande como su indignación ante el gobierno de Echeverría, quien tiró la piedra para luego esconder la mano.
Vicente Leñero, quien es también un destacado novelista, se adentra en la dinámica de la redacción y en las actitudes despóticas de Díaz Redondo, que se sabía protegido por el presidente y no tenía interés alguno por preservar el derecho a la información.
“Se les ofrecía como premio el poder; se les exigía un precio: la traición. Para los ambiciosos, para los resentidos, para los mediocres, no era un precio excesivo; la operación era un cohecho más, otro embute […] que valía aceptar clausurando el último temblor de la consciencia”, aclara en el libro.
Al leer Los periodistas, es inevitable pensar en la ausencia que existe en los grandes medios de un Granados Chapa, de un Scherer o de un Leñero. Hoy en día, tal vez cuando más se necesita, esos espacios se encuentran ocupados por los Regino Díaz Redondo de turno y México, aunque parezca que no, está cada vez más huérfano de información.
Deja un comentario