Breve antología de los grafitis encontrados en los muros de Pompeya.
En el año 79 de nuestra era el volcán Vesubio hizo erupción sobre las ciudades romanas de Pompeya y Herculano. Las formas humanas encontradas en las ruinas de la ciudad dan cuenta de lo terrible que éste fenómeno debió ser para sus habitantes. Cuenta Plinio el Joven en una carta a Tácito:
El 24 de agosto, como a la séptima hora, mi madre le hace notar que ha aparecido en el cielo una nube extraña por su aspecto y tamaño. Él había tomado su acostumbrado baño de sol, había tomado luego un baño de agua fría, había comido algo tumbado y en aquellos momentos estaba estudiando; pide el calzado, sube a un lugar desde el que podía contemplarse mejor aquel prodigio. La nube surgía sin que los que miraban desde lejos no pudieran averiguar con seguridad de qué monte (luego se supo que había sido el Vesubio), mostrando un aspecto y una forma que recordaba más a un pino que a ningún otro árbol. Pues tras alzarse a gran altura como si fuese el tronco de un árbol larguísimo, se abría como en ramas; yo imagino que esto era porque había sido lanzada hacia arriba por la primera erupción; luego, cuando la fuerza de esta había decaído, debilitada o incluso vencida por su propio peso se disipaba a lo ancho, a veces de un color blanco, otras sucio y manchado a causa de la tierra o cenizas que transportaba.
La erupción acabó con la actividad de una ciudad de más de 25 000 habitantes. Sin embargo, lo que fue una catástrofe para la humanidad terminó siendo un golpe de buena suerte para la arqueología. Gracias a los muy bien conservados restos arquitectónicos, objetos de uso cotidiano y hasta alimentos encontrados en las ruinas de Pompeya se puede saber mucho sobre la vida de esta ciudad romana del primer siglo.
Una de las cosas que destacan entre las ruinas pompeyanas son la cantidad de grafitis encontrados escritos en las paredes de todos los edificios de la ciudad. Son mensajes de todo tipo, desde anuncios publicitarios de burdeles o tabernas, pasando por mensajes políticos, hasta los abundantes versos de enamorados. Estos grafitis se encuentran recopilados en el cuarto volumen del Corpus Inscriptionum Latinarum y a continuación les ofrecemos una breve selección:
Los amorosos
Vida mía, mi delicia, vamos a retozar un poquito. Imaginemos que este lecho es un campo llano.
¡Salud al que ame; muerte al que no sepa amar!
Secundus saluda a Prima, allá donde esté. Te pido, señora mía, que me ames.
Los amantes son como abejas. Viven una vida dulce de miel.
Quienes aman, que florezcan. Que perezcan quienes no aman. Que mueran dos veces aquellos que prohíben el amor.
Cruel Lalagus, ¿por qué no me amas?
Si alguien no cree en Venus, debería mirar a mi novia.
Vibius Restitutus durmió solo aquí y echó a faltar a su querida Urbana.
Que intente encadenar a los vientos e impida brotar a los manantiales el que pretenda separar a los enamorados.
Todo enamorado es un soldado
Los reflexivos
Un pequeño problema se hace grande si se ignora.
¡Oh, muros! Habéis aguantado tantos grafitis aburridos, que me asombra que no os hayais derrumbado.
Nada puede durar para siempre.
Los vulgares
Restituta, quítate la túnica y muestra tus peludas partes.
Llorad, chicas. Mi pene ha renunciado a vosotras. Ahora perfora el trasero de los hombres. Adiós, maravillosa feminidad.
El 15 de junio, Hermeros folló con Filetero y Caphisus.
Los anuncios
Puedes tomar una bebida aquí por solo una moneda. Por dos, un vino mejor y por cuatro monedas, uno de Falerno.
Veinte parejas de gladiadores, provistos por Décimo Lucrecio Satrio Valente, sacerdote perpétuo de Nerón, hijo del Emperador, y diez parejas de gladiadores provistos por Décimo Lucrecio Valente su hijo, lucharán en Pompeya los días 8, 9, 10, 11, y 12 de Abril. Habrá una gran cacería. Emilio Celer escribió esto a la luz de la Luna.
Una cacerola de cobre ha sido sustraída de esta tienda. Quien la devuelva recibirá un premio de 65 sestercios. Si alguien entrega al ladrón será recompensado.
Y hasta un diálogo
En el bar de PrimaSeverus escribe:
“Successus, un tejedor, ama a Iris, la esclava del posadero, pero ella no le ama, sin embargo, él le pide que le quiera por compasión. Su rival ha escrito esto. Adiós.”
Successus contesta a continuación:
“Envidioso, ¿porqué te entrometes? Ríndete a un hombre más guapo y de mejores maneras y que está siendo tratado injustamente.”
A lo que Severus responde abajo:
“He hablado y escrito todo lo que hay que decir. Tú amas a Iris, pero ella no te quiere.”
La Hoja de Arena
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