
Este reparto de doblaje no es como cualquiera. Son dos mexicanos, un argentino, una venezolana, un colombiano y un peruano. Universal Pictures tuvo la idea de reunir a los actores y comediantes más importantes de estos países para que representaran las voces de los personajes de su nueva película, La vida secreta de tus mascotas, y los trajo a México para contarle a los medios la unión latinoamericana que según los mismos actores sugiere esta decisión.
Eugenio Derbez, Mónica Huarte, Martín Campilongo, Ana María Simón, Andrés López y Bruno Pinasco fueron los elegidos. Tal vez porque estamos en su país natal, o seguro porque es el que más experiencia y fama tiene en doblaje, Derbez fue literalmente el centro del panel. Algunas preguntas se filtraron sobre How to be a latin lover, la última película que dirigió y protagonizó junto a Salma Hayek, e incluso otras más sobre Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos los llevaron a reforzar (o a forzar, tal vez) la idea de que su participación en una película como La vida secreta de tus mascotas es la representación de la unión latinoamericana que hace falta en estos tiempos de crisis nacionales y aspaviento global por la posibilidad de un magnate rubio, republicano e imprudente al mando de uno de los Estados que determinan en gran medida el curso de nuestra historia.
Ana María Simón, quien nunca había hecho la voz de un personaje animado en una película pero sí tiene más de 20 años de experiencia en radio, por lo que su voz es muy conocida en Venezuela, dijo: “lo que ha hecho Universal es juntarnos a todos nosotros y de alguna manera que seamos como vitrina al mundo para que se sepa que los latinos no tenemos problemas entre nosotros. Son los que están por allá arriba”, lo que dio pie a Andrés López para una de sus tantas bromas durante el encuentro “¡Eso! latino hasta la muerte ♪ ♫ farafafa ♪ ♫ … Creemos los Estados Unidos Latinoamericanos; un país nuevo y con una moneda comunal”, desatando las primeras risas de los asistentes. Y probablemente la decisión no tenga las intenciones loables que los soñadores se empeñarían en señalar, pero puede que de hecho no sea una coincidencia teniendo en cuenta que el panorama global nos empuja a hablar de unión, de nuevas formas de concebirnos como especie, del amor por el prójimo y claro, del respeto por las mascotas, que no podemos negar están de moda. Aún así, tampoco podemos dejar de lado que la versión original de esta película es en inglés (así que no nos sobreactuemos) y que Universal tiene más deseos de que la cinta sea redituable, que de cambiar el mundo. Elegir a los más representativos de cada país es por supuesto una estrategia de ventas que busca el reconocimiento de los ‘astros’ nacionales en cada uno de sus pueblos y, por ende, mayores porcentajes de asistencia en sus teatros.
Así que hablemos de la historia, los personajes y quienes los representan:
Max (con la voz de Andrés López) es un terrier que vive con su dueña Katie en un departamento en un edificio de Manhattan, donde también habitan otros dueños y mascotas como la odiosa y glotona gata Chloe (Ana María Simón), el hámster Norman (para el cual le aceleraron un poco la voz por computador a Bruno Pinasco), la pomeranian Gidget (que interpreta Mónica Huarte y está enamorada de Max) y otros perros, gatos, peces, aves y mascotas en general que fueron interpretados en su mayoría por mexicanos -que no estuvieron en la rueda- como Chumel Torres (Buddy), Jesús Guzmán (Mel), Jesse Conde (Pops), Natasha Dupeyrón (Katie), Humberto Solórzano (Tiberius) y Jose Antonio Macías (Fernando, el galán de una telenovela que ve Gidget en televisión).
El primer punto de giro sucede cuando Katie lleva a casa a Duke (en español con la voz de Martín Campilongo), un perro mestizo y de gran tamaño que es presentado a fuerza como el hermano de Max. El terrier se siente muy celoso y no está de acuerdo con todos los cambios que significa el nuevo integrante de la familia, así que los perros entran en una guerra que termina por hacerlos perder en uno de sus paseos por la calle y entonces ser capturados para llevar a las perreras. Las mascotas del edificio, encabezadas por Gidget, se van en busca de los amigos perdidos y de manera paralela una banda de animales al mando de Snowball (Eugenio Derbez) un malévolo conejito blanco, los rescata para obligarlos a hacer parte de su ejército de venganza y destrucción contra todos los animales domésticos que viven felices. Por supuesto y para no perder la costumbre, en medio de todas estas peripecias los hermanos se reconocerán en el otro, encontrarán amor para compartir y la alegría de tener compañía en casa. …Digo yo que aún no veo la película y se me ocurre que podrían ‘sorprendernos’ con ese tipo de moralejas.
Lo cierto es que como dijo Derbez “es muy inteligente que se haya hecho una película que se entiende sin distinción en toda Latinoamérica, pero que sin embargo tiene su toque de cada país”. Los actores tuvieron la libertad de darle acentos a sus personajes y en el caso de Matín Campilongo fue tan curioso y coincidencial, que su perro Santiago es de la misma raza que Duke y motivó a los realizadores de la película a viajar a Argentina para grabar los ladridos de la mascota. Seguro incluso yo, que ya me aburrí de escuchar una y otra vez desde ¡2004! los chistes de Andrés López en su stand up comedy La pelota de letras (los cuales repitió durante la rueda de prensa), sonreiré al pillar las colombianadas (de Bogotá) en el acento de Max, y así sucederá con los venezolanos que se detengan un momento de la terrible situación que están viviendo para escuchar en Chloe la lejana posibilidad de estar en otro lado, o a los argentinos que se identifiquen en cada “ché” de Campi en Duke, a los mexicanos que escuchen a Gidget y al conejo Snowball y no sé qué tanto a los peruanos que puedan reconocer su acento en la modificada voz de Norman. Yo igual iré después del 29 de julio al cine a ver La vida secreta de tus mascotas; quiero poder imaginarme qué piensa Calma, mi perra bóxer de dos años, mientras no estoy en casa, y reírme un rato aunque el mundo no cambie al pasar esa hora y media. Después de las mismas maniobras diplomáticas y económicas de siempre, es eso lo que siempre nos queda.

Lina Salas Ramirez

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