Dice Tryno Maldonado, autor de Metales Pesados (Alfaguara, 2014) y uno de los mayores detractores de los talleres literarios en México:
…Que tampoco los engañen en las facultades de letras, en los talleres literarios, en las Becas para Jóvenes Creadores, en las caras escuelas de escritura creativa o en los todavía más caros MFAs de las universidades de Estados Unidos. Basura. Y es que les tengo noticias: ningún ser humano puede transmitirle a otro ser humano, por ninguna vía, ni de forma individual ni colectiva, la información necesaria y sistematizada para escribir una buena novela.
Sin embargo, los talleres literarios abundan en nuestro país. Arreola, Rulfo, Sada, Parra y un largo etcétera alguna vez impartieron un taller literario independiente o financiado por el estado. Casi cualquier Casa de Cultura estatal organiza alguno y hay escritores que obtienen su manutención dando talleres literarios a lo largo de todo el país. El mismo Tryno asistió al Taller de Narrativa en Oaxaca coordinado por Martín Solares.
Por otro lado, existen escritores como Gerardo Piña (La última partida, Tusquets, 2008) que defienden la idea de taller:
¿Se puede enseñar a escribir literatura?
El talento no se enseña; pero sí, la técnica.
En ese contexto, ¿cuál es el papel del taller literario?
Mostrar técnicas propias de la escritura de ficción —a las que han recurrido autores de varias épocas y géneros— e invitar a los participantes a cultivarlas.
¿Por qué los talleres literarios tienen mala fama en nuestro país?
Porque la mayoría de los coordinadores de talleres no saben de técnica ni teoría literarias. Se limitan a leer textos y decirles a los participantes cosas como: “Tu historia no cuaja”, “No le creo a tu personaje”, etc.
¿Cuál crees que sea el papel principal del tallerista?
El coordinador del taller debe señalar las áreas técnicas débiles en la escritura de ficción de los participantes y ofrecer herramientas para fortalecerlas.
¿Cuál ha sido tu mejor experiencia en un taller?
El ver cómo el descubrimiento de recursos técnicos literarios deviene en transformaciones en la escritura de los participantes. Estas transformaciones, a su vez, también ocurren en el plano personal y afectivo. La satisfacción que experimentamos al aprender es muy particular y afecta todo nuestro entorno.
¿Cuál es tu diagnóstico de la narrativa mexicana actual? ¿La existencia/falta de talleres y la forma en que éstos se entienden tiene que ver con este panorama?
No soy experto en la materia (mi especialidad es la literatura inglesa). Sin embargo, creo que a diferencia de otros géneros (la poesía o la dramaturgia) la narrativa mexicana actual está en un estado lamentable. Salvo pocas excepciones, la narrativa actual en México carece de crítica y de propuestas estéticas arriesgadas. Hay una enorme pobreza de técnica narrativa, mucha pretensión y una extraña manía por alejarse de una visión ética del mundo.
Los talleres literarios en nuestro país suelen ser extensiones de las becas y concursos literarios nacionales. Fulanito entra al taller de Sutanito (quien ha sido becario, premiado, jurado, etc.) para convertirse en otro Fulanito. Es un pequeño círculo de quienes se reparten la mayoría de las publicaciones de narrativa literaria, becas y prestigio. Porque el prestigio también se crea a fuerza de reiterar lo ocurrido en estos círculos.
La Hoja de Arena
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