1.- Cuidarás del libro como de ti mismo. Lo dijo Borges: “el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”. De tu imaginación. Por lo mismo es importantísimo cuidar de esos delicados objetos como si se tratara de tus mismas neuronas. Piensa que sólo eres uno de los temporales poseedores de ese ejemplar, la mayor parte de tu biblioteca te sobrevivirá. Sé generoso con las futuras generaciones lectoras, conserva tus libros en buen estado: no los manches de comida o café, cuida sus pastas, no dobles sus páginas. Ten en mente que ese ejemplar relativamente nuevo algún día podrá convertirse en uno de esos viejos libros de dulce aroma.
1a.- Destruirás cualquier libro de Paulo Coelho que encuentres a tu paso.
2.- Nunca tomarás un libro de la mesa de novedades de las librerías. Además de ser ediciones carísimas, por lo general dichos espacios se llenan basándose en políticas editoriales, no por alguna selección de calidad o estilo. Ningún lector que se respete quiere privarse del placer de recorrer los pasillos de la librería, descubrir un título olvidado en la repisa más alta del librero de poesía o dejarse guiar por su brújula interna hacia el polo magnético de la sección de ensayo literario. Pasa de las grandes cadenas y busca tus libros en alguna pequeña librería o puesto callejero, donde el librero llegue a conocer tus gustos personales.
3.- Dominarás el milenario arte de la lectura en transporte público. Si eres uno de los millones que diariamente cruzan la ciudad para llegar a la escuela o el trabajo, tienes a tu disposición valiosos minutos que bien pueden ser usados en la lectura del libro en turno. Desprecia la facilidad de los audífonos y los mp3’s o la triste mediocridad de mirar películas en el celular. Ejercita tu equilibro practicando la lectura a una mano en el metro. O si te consideras experto puedes intentar la peligrosa lectura estilo libre (sin apoyarte en el tubo) en los RTP del periférico.
4.- Abandonarás cualquier libro que no te haya atrapado al llegar a la mitad de sus páginas. La disciplina es una cualidad valiosa pero la lectura debe ser primordialmente una actividad placentera. No importa que se trate de un clásico, de uno de esos libros quetodosdebemosleer. Si no te atrapó simplemente no se trata de un libro para ti. No te angusties, te apuesto la Poesía completa de Pessoa (en edición bilingüe) a que en tu lista de Clásicos que aún no he leído tienes otros quinientos títulos y alguno de ahí te conquistará desde la primera página.
5.- No serás condescendiente con tus autores favoritos. La URSS ya nos mostró los peligros de la adoración de la imagen y el culto a la personalidad. Por más cariño y admiración que se le pueda tener a un escritor, recuerda que son humanos y también se equivocan. No cometas el error de adorar cualquier oración que vaya firmada por Fulanito Pérez. Además libros como La memoria de Shakespeare o La otra orilla te permiten apreciar que la escritura es un don que se tarda en conquistar y que no se posee por siempre.
6.- Compartirás los libros. Por ahí dicen que tonto es el que presta un libro y más tonto es quien lo devuelve. No hagas caso. Quien crea en esa frase seguro también cree que quien no tranza no avanza. Sé generoso y compartido. Si crees que un libro puede brindarte un momento de felicidad pura o dejarte una idea interesante, comparte la dicha. Pero una aclaración: las buenas lecturas, como los buenos actos, no se presumen. Aléjate de aquellos que, queriendo resarcir algún trauma personal, buscan la atención citando las obras de un genial autor esloveno que sólo ellos han leído. En cambio mantén entre tus amigos a quienes sin ninguna pretensión te hace partícipes de su descubrimiento de un deslumbrante novel autor.
7.- Sé promiscuo. Es normal preferir cierto género o tema. Pero no puebles tu biblioteca sólo con cuentos polacos del siglo XIX. Prueba la poesía, la novela histórica, el ensayo, la divulgación científica, los tratados filosóficos. Si bien te puedes llevar alguna decepción (y seguirás el punto 4 ) lo más probable es que entre los miles de libros de cada género, encuentres alguno que te sea afín.
8.- Usarás las bibliotecas públicas. La de tu escuela o la de tu colonia. O las lejanas pero que merecen visitarse: La Nacional (en el Centro Cultural Universitario), la Central de CU, la Vasconcelos, la de la Ciudadela, la Palafoxiana. Es cierto, no hay nada como poseer un libro, sentirte total dueño de sus páginas. Pero siempre faltarán monedas para comprar todos los ejemplares deseados. A la mayoría de iletrados gobernantes les gusta simular interés por la cultura derrochando millones de pesos en gigantescas bibliotecas que al paso de los años son exiliadas del presupuesto federal. Sin embargo, ahí quedan esos elefantes blancos con sus colinas de libros que bien pueden ser amaestrados por un pequeño grupo de fieles lectores. Además, visitar una biblioteca hace de la lectura, actividad solitaria por excelencia, algo un poco más comunitario. Ahí encontrarás todo lo necesario para un buen momento de lectura: silencio, asientos cómodos y algunas veces hasta audífonos con un gran catálogo de música clásica. Y aunque no lo creas, las bibliotecas también pueden ser buenos lugares para conocer gente interesante, al final los otros visitantes también están ahí en busca de alguien (libro o persona) que les cuenta una buena historia. Como punto extra: las bibliotecas son de los pocos lugares del D.F. donde uno no tiene que hacer filas o pelearse por un asiento libre.
9.- No harás del libro un fetiche. Recuerda que leer no te hace mejor o peor persona. Ni siquiera te vuelve más inteligente o culto. Leer es una actividad ociosa y placentera que tiene como fin la lectura misma. Aspira a ser como el animal que actúa por placer e instinto. No leas para demostrar nada. Intenta mantener tu ritual de lectura lo más sencillo posible. El mundo editorial también es un negocio pero tú evita convertirte en un consumidor de libros. No sigas modas ni posturas falsas. Aborrece cualquier texto que quiera aleccionarte sobre cómo ser un buen lector.
10.- No escribirás. Por sobre todas las cosas no caigas en la tentación de tomar la pluma y empezar a crear tus propios libros. La línea que separa el mundo de los lectores y del escritor es delgadísima: evita cruzarla. Lee por placer y con agrado, no como actividad profesional y con envidia. No busques ver los invisibles hilos que sostienen la estructura de esa genial novela. Conserva la magia detrás de ese gran cuento. En el mundo ya existe suficiente material para dotarnos de infinitas horas de lectura, no hagas crecer las bodegas de ejemplares no vendidos. No cambies la caricia que proporciona el libro ya escrito por el látigo que surge de la terrible página en blanco.
Fernando Galicia
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Jéss Jéss Salas dice
Y tú ¿quién te crees para destruir libros de Coelho ? Te contradices demasiado, y la realidad es que terminas siendo de esos cretinos que desdeñan todo aquello que no les gusta…
maria oriana dice
paraaa quien sos para decir que un lector no puede escribir, de echo esta bien escribir, si no de donde salieron los escritores de ahora