La carne y los mitos se funden en la obra de Daniel Lezama. El prolífico pintor mexicano presentó su más reciente exposición en la Galería Hilario Galguera, que lo representa en la actualidad. La energía del infierno y el paraíso se funden con el suelo de nuestro país y se hacen color en los árboles y personajes de Tamoanchán, representados en la serie Germinal.
Tamoanchán es un lugar mitológico donde se cruzan la vida y la muerte tanto de la persona como de la tierra. Se crea un paralelismo entre el árbol y hombre, los une el mismo destino, nacen y germinan al mismo tiempo y los dos se vuelven carbón. La pintura naturalista de Daniel Lezama nos muestra estas regiones insospechadas por nuestra realidad pero inherentes a nuestra cosmogonía de manera clara.
El arte figurativo es un código universal, está lleno de representaciones y reinterpretaciones pero continúan siendo comunes a la cultura visual de todo espectador. En esta contemporaneidad donde muchas obras intentan transmitir significados ajenos a su figura, la obra de Lezama resalta como una verdad que no puede ser silenciada. He ahí la importancia de la pincelada, su innegable verosimilitud. Y al mismo tiempo: no es la realidad lo que pinta, sino el mito personal, el cual se nos comparte y nos resulta apropiado al verlo, pero no nos pertenece, aunque sí nos identifica.
La imagen de Lezama no es estática, tiene una historia que narrarnos y nos ofrece una perspectiva sobre la mexicanidad. Este análisis no es un invento, es una visión lo más objetiva posible; observemos los cuerpos que pinta, sus colores, sus tamaños, su dimensión terrenal y su rostro mexicano. Se pinta a la madre, la creadora de todo, dadora de vida, fecunda. Se pinta al hijo, fruto de la tierra, creciente como un árbol, arrancado de la tierra como el mismo árbol y vuelto a reunir con ella en cenizas. Se pinta al hombre real, con su color de barro, con sus ojos oscuros, con sus pies como raíces y sus brazos como ramas, o viceversa. No hay forma de arrancar estas figuras del suelo mexicano y de sus colores.
Los formatos ocupados en la serie Germinal son interesantes porque en muchos de ellos los personajes se presentan en tamaño casi real. Y el encuentro con formas similares a uno no es casualidad. Esos personajes son tan reales que necesitan extenderse en el lienzo. Es de admirarse el avance técnico en cuanto a formas-figuras, movimiento y paletas de color de Daniel Lezama. Se nota un artista maduro y seguro a través de las pinturas de Tamoanchán.
La pintura de Lezama es importante en tanto que es casi una disciplina en peligro de extinción; aunque esto pueda parecer exagerado, cabe destacar que el arte figurativo se ha visto engullido por un montón de transdisciplinas conceptuales posmodernas ultracontemporáneas o, en términos más sencillos, obras cuyo significado tiene que ser explicado para poder asimilar lo que el artista quiere decir ―lo cual no es malo; simplemente necesita de un decodificador externo, ajeno a la simple vista y al pensamiento natural del humano―. Si bien se puede, para tener una mejor lectura de cualquier obra ilustrarse al respecto antes, durante o después de verla, la pintura de Lezama podría ser vista sin hoja de sala y la lectura no dejaría de ser consistente jamás.
Las imágenes fueron tomadas del sitio web de Daniel Lezama http://www.daniellezama.net/ y de la Galería Hilario Galguera http://www.galeriahilariogalguera.com/ todos los derechos le pertenecen al artista.
Mariana Ortiz
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