Lo redescubre cada vez que se para en un escenario: ella es una mujer imposible. “Las mujeres como tú acaban solas”, la sentenció Chavela Vargas. Ella porta la maldición como un trofeo que nunca deja de exhibirse. “Siempre pensé y sentí que podía intuir a los locos a través de la expresión de sus ojos y tenía mucho miedo de reconocer esa misma mirada en el espejo de mi dormitorio”. Los fantasmas tienen que transformarse en música, las desgracias en palabras. Así lo hace Concha y su nuevo libro es testigo de ello: A los que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse.
Un día antes de su concierto en el Plaza Condesa, Concha Buika presentó su primer libro independiente en el Centro Cultural de España en México. La tarde fue inaugurada con su interpretación de Oro santo, dedicada a “todos los mexicanos que luchan por el oro cada día”. A los que amaron a mujeres difíciles y acabaron por soltarse reúne parte de la obra poética de la cantante, así como una selección de su material fotográfico. La publicación, realizada por Editorial Edaf en el 2014, tuvo que esperar hasta la última gira musical de su autora para entregarse a lectores mexicanos.
La obra de Buika gira en torno a dos ejes que la abarcan y la mantienen eternamente ocupada, en voz y en pluma. El primero es la locura. A través de su poesía y de sus canciones, Concha se niega a aceptar que la cordura es cosa buena. “¿Me vais a jurar que los cuerdos están más cerca de Dios? ¿No son ellos los que hacen de este mundo una puta locura?”, se pregunta y le da la espalda a la normalidad. Así lo ha hecho en el arte, en la vida y en el amor. Porque Buika es de las que cree que el amor no es un asunto exclusivo de dos personas. Las reglas de la monogamia, como muchas otras, no son lo suyo y no tiene miedo de gritarlo frente a cada micrófono. Su órbita es, como habrá dicho en otra ocasión, hacer rentable la locura.
Su otro eje es la soledad. El irrevocable estado de separación y sus (¿aparentes? ¿Ilusorias? ¿Reales?) interrupciones. Sus preguntas son lanzadas al espacio y las respuestas caen lo mismo en forma de amores que nacen muertos que en experiencias cuasi-sexuales con fuerzas extraterrestres. “Sigamos danzando al son del porvenir del amor muerto”, se despide. “Reconozco que desde entonces ya no siento que estemos tan solos, ¡y me alegro tanto!”, después de probar los placeres intergalácticos.
La soledad en Buika es un sino agridulce que la enaltece. “Una no puede llorar por el amor de uno cuando tiene el amor de todos”. Y sus poemas van de eso: de los hombres que la han dejado, de los que ella ha preferido no esperar, de la relación que tuvo con un hombre y con una mujer, del padre que se fue, del padre que no aceptó de vuelta y de los amores pasajeros. El dolor no es más que una materia prima; “el dolor que lleva tu nombre también se olvida”.
Buika presentó su obra en la Ciudad de México entre sus canciones e historias de Chavela Vargas, quien alguna vez la nombrara su “hija negrita”. Con el país tiene una relación de varios años; la tierra se la ganó desde su primera presentación: “Me apabullasteis, ¿qué voy a hacer? Me disteis calor, me disteis amor. Me disteis buena comida y machos guapos”. Hoy continuará su recorrido, ahora en plan más musical, frente al público del Plaza Condesa. “Este es un país de amor a la palabra, como el país en el que yo nací. Aquí las palabras condenan pero no dan miedo”. Concha terminó la tarde al ritmo de Que nadie sepa mi sufrir, con la promesa que deja todo aquél que se despide de una de sus ciudades favoritas.
Nabila dice
Un novio fue quien la sentenció 🙂
Frank Vazher dice
¡Ay Concha! cómo se le hace para que en uno le habite la negra soledad.