¿Por qué amamos a algunos animales y otros nos parecen detestables? No hay una respuesta unívoca y positivista para preguntas como ésta. Las relaciones que tenemos con los animales no humanos son demasiado complejas como para pretender explicarlas desde una sola disciplina científica. ¿Por qué nos parece necesario erradicar algunas especies de insectos de nuestras cocinas aunque no nos hayan hecho ningún daño? ¿Por qué otras especies son objeto de toda nuestra confianza sin necesidad de mayor prueba de aprecio o amistad? Ésta y otras preguntas han dado vida a la antrozoología.
Las interacciones entre las personas y los animales no-humanos no pueden ser estudiadas desde un solo punto de vista, hace falta entenderlas como sistemas complejos inmersos en otros aún más complejos. La antrozoología tiene como objeto de estudio estos vínculos, entendiendo que para su investigación hace falta la intervención de disciplinas como la psicología, la sociología, la biología y la antropología (entre muchas otras). Su campo es mucho más basto de lo que pudiera parecer y tiene múltiples posibilidades de aplicaciones, desde las más tecnócratas (como la búsqueda de terapias con animales para curar enfermedades de hijas/os de familias ricas) hasta las más idealistas (como la investigación enfocada al desarrollo de un mundo donde los humanos convivamos en paz con los seres de nuestro entorno).
Siempre ha llamado mi atención la forma en que algunas personas infantilizan a los perros y a los gatos, atribuyéndoseles valores morales puramente humanos (como una bondad infinita casi celestial). Es esta curiosidad la que mueve a la antrozoología. Las personas estamos llenas de incongruencias y muchas de éstas se ven reflejadas en nuestra convivencia con los animales. Hay personas que viven con animales y les consideran parte de su familia pero que comen carne de vacas y cerdos, ¿tenemos los veganos y vegetarianos la autoridad moral para juzgarles? ¿Alguna/o de nosotras/os de verdad nunca le ha hecho daño a un ser vivo (ex-novias/os incluidas/os)? Las tendencias de los descubrimientos de la antrozoología apuntan a que no podemos dividir a las personas entre buenas y malas, sin escala de grises.
Desde distintos campos del activismo en favor de la paz y de los Derechos Humanos (DDHH) se escucha una propuesta común: Si queremos cambiar el mundo tenemos que empezar por fijar la mirada en nuestras relaciones y por cambiar la forma en que las desarrollamos. Esto involucra tanto las relaciones de pareja (o trieja o lo que sea) como los vínculos que desarrollamos con los animales con los que vivimos (o a los que matamos o usamos para probar cremas levanta carnes). Para luchar contra la violencia que afecta a los animales hace falta comprenderla. Hace falta entender su contexto y descubrir sus causas inmersas en la ideología de nuestra sociedad y, por lo tanto, enraizadas en nuestras cabezas. Tanto en la lucha en favor de los DDHH como en la que busca la reivindicación de los derechos de los animales, un paso crucial es identificar los mecanismos que producen la violencia que nosotras/os mismas/os replicamos y empezar a deconstruirlos.
*Para conocer más de Antrozoología les recomiendo la publicación Anthrozoös
Texto original Animales Pacifistas
Deja un comentario